domingo, 9 de octubre de 2016

5:20am


5:20am, no digo nada, solo veo el cielo, aquel cielo que se cierne sobre nuestras cabezas, un cielo lleno de manchas florecidas, pienso entonces si la sensación de mi vida es comparable con la belleza de ese cielo, y con la idea de que estés junto a mí mientras amanece.

Siento que el mundo arde,  que ese fuego consume mis poros, escucho la música del silencio y todo se vuelve sensación, el roce del invierno, el roce del incendio, la tristeza creciendo y la vida cayendo en ese instante, como si no fuese nada, o como si fuese todo, la vida temida absorta en la duda, arropada en el abismo, percibiendo la mirada del tiempo.

Tengo miedo porque te amo y es un miedo dichoso, un miedo emocionante, es el miedo y la felicidad que navegan  mis poros convirtiéndose en corriente exaltada   de algún mar bravío y todo en un relámpago trastoca mis sensaciones,  mis sentidos se articulan de manera incompresible, sucede que  al tiempo que soy feliz por amarte, soy infeliz porque algún día no te tendré, no sentiré la dicha de estar convulsionada de emociones y amarlas mientras les temo con esta pasión sorda, que estalla en el recuerdo ¿será que necesitaré entonces la misma vivacidad para olvidarte? No lo sé, pero deseo llevar el amor con todos sus miedos y dudas, cargarlo siempre sobre mis hombros, sangrante o dichoso, víctima de mí, de todos mis estorbos, solo con el deseo de verme viva, de sentirme viva en ti,  de saberme llena de incendios, lluvias y soles, de tiempos eternos como instantes perpetuos.

El tiempo y su herida artificial llegan a mí  con un efecto desolador que se va en la mirada brillante, consigo sentir  ráfagas de aire que  acarician todos los días mi piel, mi cabello, ellas son un te amo lanzado en un suspiro, concebido de forma bella y que logra aniquilar la desesperanza, en este instante, como si el mundo terminará y naciera de nuevo percibo su   voz muda, su voz ardiente ardiendo en mí, en ese instante en que le escucho sin oírle, hallo su sentimiento y me conduzco a una elevación en la cual mi vida no concibe sino su voz, mi vida quisiera esa voz silenciosa perennemente en la realidad y en el recuerdo tardío, en la tristeza que me brinda el amor y en la dicha que también este me brinda porque no solo siento el amor y el miedo, sino que siento que la unión de estos me fortalece y puedo ir en busca de cualquier cosa a cualquier universo y nada podrá destruirme


Esa lluvia cae como coraza desquebrajada,  se mete en las grietas de un mundo gris y sé que estás triste, triste en la lejanía, triste y sin mí, y yo aquí, triste, cobijada por el sonido de las gotas heladas, de las llamas ardientes de mi corazón  sé que nos necesitamos, que nos hacemos falta aquí, y en otros mundos donde nuestro amor es miedo, dicha y tristeza, entonces nos hacemos compañía, y juntos llevamos el duelo en la voz del otro como si así olvidáramos que sentimos golpes en el alma, golpes en el corazón, en las costillas cada vez que nos pensamos, golpes de ese mismo aire que nos enviaba los mensajes ocultos en suspiros, que nos decía que las palabras mágicas son las que no se dicen sino las que se sienten,  en este contacto de tu piel encuentro las tuyas, y las amo, las amo con miedo, pero las deseo, las deseo así me duelan, las deseo así me ardan en lo profundo de las entrañas, así me ardan en un lugar que no sé si existe en mi ser pero que siento, un lugar sin nombre al que le diré eternidad, eternidad de segundos que se escapa de tu voz y vive en mí. No tengo noción ni vida de lo que será esto después de hoy, porque la  lluvia cae, y mi ventana es la que recibe esa humedad tan diciente y triste, tan aniquilada, tan ciega de voz y tan muda de vista. 

sábado, 8 de octubre de 2016

HOMMAGE



La muerte ha visitado mi morada
y le he suplicado ver tu rostro
mi amor sacrificado vive en tus ojos
y el agua salada tiñe tu tez de soledad.

Cuando el alba de a mi canto su último suspiro
el puñal de la muerte tocara mi costado
inocente, en tu abismo, no sabrás de mí, no ruñirás mi cadáver
apenas llorarás y la soledad guardara tu rostro.

viernes, 7 de octubre de 2016

Mi Amor De Colores





Una muchedumbre enloquecida cantaba con nuestras voces, voces mudas. Cuando lo conocí a él, los fantasmas en el cielo organizaron una protesta colosal, incluso mejor que la de nosotros por la séptima, el cielo se llenó de fantasmas grises,  luego vino una lluvia purificadora que apabullo a cada humano, y levanto a cada muerto,  nosotros nos mantuvimos bajo una carpa azul, que hacía las veces de cielo protector. Luego me fui sin más datos que un nombre, un apodo bastante común y un teléfono que a decir verdad tenía miedo de marcar. Desde entonces cada día se volvió una maraña de sensaciones hijas del mismo recuerdo, las sopesaba con la ferviente aspiración de encontrarte pronto, por ahí, en cualquier parte, pero no fue así, pasaron meses hasta que pude verte de nuevo y tan solo por segundos confusos, y nuevamente meses, y sensaciones.

Tristeza, porque escribías y no podía leerte, porque escribía y no podías leerme, tampoco podíamos tocarnos, porque el mundo nos daba minutos para vernos, y milésimas para acariciarnos. Padecíamos con el tiempo, siendo este inexistente, una noche hubo besos, nos acurrucábamos en la vereda del mundo para ver desde allí cada estrella, fue un tiempo fugaz, fue un tiempo inmortal en tu mirada brillante. Días después no pude dejar de rememorarte, las calles llevaban la sustancia del invierno entre sus grietas, pasaron días eternos que aún no terminan,  cada noche nos escribíamos, cada noche el lugar de nuestros poemas era la risa del otro. Caminábamos por el mundo, dejábamos huellas invisibles en el asfalto, jugábamos con el tiempo, y el jugaba con nosotros, pensábamos, anhelábamos que el tiempo nuestro no terminará nunca; el tiempo nuestro en medio del tiempo mundano.

Ver su vida y la cohesión de esta con las escampadas que teníamos bajo nuestra carpa azul, las distancias efímeras que atravesaban el tiempo y el espacio con el deseo de desaparecer bajo el árido mundo que pisaban nuestros pies, mundo que nos proponíamos mejorar   los días apocalípticos que se citaban solo en nuestros textos, donde todo ardía y la vida era nuestra, solo nuestra y para siempre vivida en un instante, ver todo esto era la única visión de mundo que concebíamos, porque todas las escenas del mundo estaban solo en sus ojos brillantes, tal vez por eso pensábamos que mejorarlo sería en su traducción más eficaz:  amarnos mientras nos mirábamos a los ojos.

 El mundo vivía en cuanto el reloj daba las 5:20am, las manchas naranjas florecían en el firmamento, nosotros, apenas, contemplando ese cielo desangrarse nos veíamos, caminábamos las calles, subíamos al transmilenio, el ser bestial que rompía toda nuestra magia y el frío de la mañana nos ardía en las mejillas, en los labios, en las manos, en los besos, en el alma y nuevamente era primero del mes quinto, y la vida nos abrigaba con una carpa azulosa, que recién poblaba un cielo sin protestas, ni reproches, como si la única protesta que el declarara   fuera la de vernos juntos y felices, y nosotros encaprichados cada día con la idea interminable de que cuando estábamos juntos el mundo terminaba, se consumía, en un apocalipsis de segundos.


Entonces así todo tenía sentido en una configuración insolente de nuestras entrañas y cerebros, la vida tenía un sentido los días sin sol, los días de cielos blanquecinos, la vida tenía un sentido los días de cielos azules, y nuevamente la vida tenía un sentido cada mañana a las 5:20am, no importa el lugar ni el contexto, la vida vivía en ese minuto sempiterno para nosotros,  en ese minuto la vida con toda su complejidad, su ritmo vertiginoso, su duda meritoria, se condensaba, toda ella en ese minuto eterno que siempre era un instante,  para siempre entrañable, y el tiempo de nuevo desaparecía, para herirnos y hacernos felices, inmortales.

domingo, 15 de noviembre de 2015




TU RECUERDO
La noche caía con el susurro de las llamas
El bosque había quemado todas sus raíces hasta perder sus pies
Los libros de la tierra declinaban al unísono del trino de los pájaros
La benevolencia de las almas se volvía hiedra venenosa
Y una vez más, con la frecuencia de la muerte
Llego un pobre cielo emblanquecido
Llevado al abandono por la ternura de un amor
Que a falta de color fue salpicado de notas musicales, champaña y vino
¡Negros tus cabellos!
Recuerdo roído por ratas
¡Negros tus ojos!  Visión asesinada, tormenta de estos días.
Y te digo, le digo al olvido, al preludio y al llanto
Al pesado madero que cuelga de mi cuello ¡quemado!  Le digo
Que nada me hace feliz
Que nada me alegra
Que en la podrida aridez del llanto mezo mis calmas y suspiros
Doy consuelo a las mañanas,
Color vivo a las noches anémicas.

Extraño la nieve fecunda de tu vientre
Y la dicha ansiosa del ocaso
La figura mítica del mago
Y la rabia insomne del preludio
La misericordiosa alianza de los árboles y el viento
¡Quemados!
La franca delicia de tus lágrimas sombrías
Y la oscura pesadez de tu descanso
                                                                        ¡Quemado!

jueves, 16 de julio de 2015

Labios de cristal.




"Ven cada noche, como ésta, a tocar el  violín
De nieves salpicadas de anís
Ven cada noche a pintar el marfil
De este palacio del que yergue morir"





Labios de cristal...
No puedo tocarlos, miel de mis días
No puedo saborearte más que con mis recuerdos.

Sol oscuro,  penetras más que la luz del día
Agua helada, que cruza por tus ojos,
Obsesión que de mis poros emana
Eres la fría realidad que a mis vistas golpea.

Verdes campos lamen tus pechos
Tus pezones suaves, los rosa tan solo
El  campo verde  por el que tus pies descalzos tiemblan
Eres
Música de locos, que me excita
Eres la trémula melodía del octubre cálido
Labios de cristal
Eres fin y principio
De mi piel, verdad… tocas esa nieve con tus piernas,
 la acaricias de nuevo quemando las yemas de tus dedos,
Dedos de niña,  escribes arriba del árbol, mientras yo me escondo en la maleza
Y veo tus piernas colgadas de las ramas
Se extienden hasta mis deseos;
 me observas y te alejas, altiva, soberbia,
Labios de cristal
Rompes dentro de mí
Cristal de diosa
Cristal que no puedo tocar
Miel de veneno que me lame.

Eres todo con lo que mis poros se excitan
Y te alejas
LABIOS DE CRISTAL.

El color de tus ojos me hace llorar.
El modo en que tus caderas se mueven…

Mañana cruzaré el océano
Y salpicaré mis ropas de agua salada,
Recordando tu figura, que se mece en mis pupilas, rompiendo una masa de ideas que mi cerebro anida, sollozando.

Mi silencio se ha vuelto sordera que me niego
tu mirada se ha vuelto llanto que encalla en mis pasos.

Eres mía como el néctar de tus labios
Eres mía como el alma de este árbol viejo
Cómo la sombra de este árbol viejo,
Eres mía y soy tan tuyo como la podredumbre de mi espectro.
Eres mía y sollozas,
Eres mía, eres mía, eres mía 
Eres mía labios de cristal
Eres mía
Y ME MATAS LABIOS DE CRISTAL.  


viernes, 3 de julio de 2015

Venice, Cielo Azul.


Sebastopol, voces del olvido
Nombres y letras que cuelgan en los campanarios.

El cielo primero fue azul
Aunque sonaba gris
Felicidad de suicidas
Calles de locos
Sinfonías de nubes
Ciudad perdida.
 Amarillo, gris,  negro,  rojo…
 Maraña, obsesión,  pintura

Venice Queen la chica que llora cielos azules
La poesía de los espectros, amarga
La densidad de los siglos
Y de nuevo Venice Queen
Reina de la putrefacción
Toca este cielo de imágenes
Llora este cielo de desconsuelo
You don’t remember me?

Quietud
Poesía
Prosa
Cuelga de todo, viene de todo
Seres y caras abominables
Palomas de balcón
Pisos naranjas
Música de odios
Pequeños instantes que vuelan como mariposas
Finas palabras que ruedan de estos labios
Diálogos con el papel
Sincronías de miedo
Látigos, castigos y noches
Lágrimas de cristal.

Todo en función del firmamento
Todo en función de la espera
Todo en función de la pena
Venice, Venice…
¿Puedes llevarte el cielo?
¿Dejar de llorarlo?
No hay modo de no sentir.
Somos pequeños viviendo bajo tus lágrimas agresivas
Somos pequeños sintiendo tus lágrimas agresivas.

jueves, 25 de junio de 2015

Escritor


La casa estival en el lomo de la montaña
La pequeña casa  cayo de bruces  a la tierra
La casa llena de insomnios y madrugadas.
El pobre escritor seguía esculpiendo el pastel con crema de fresas, y trozos de melocotón.
La montaña pronto se derrumbaría por las lluvias,
 El techo estaba lleno de palos viejos,
Los durmientes estaban carcomidos por los bichos y el agua.

Cuando te conocí, Santiago Nasar resucito, y Andresito se arrepintió de suicidarse, a don Caicedo le pareció más maratónico escribir una historia donde el mundo pensará que él en efecto se había matado, todos creemos aun que es real. Ese día entendí que Edgar ésta atormentando a dios con su gato y su cuervo, con la extraña locura que lo persiguió y acoso sin dar tregua… y dios es un amo infortunado. 

Cuando te conocí el cielo lloró,  me desgarré la piel, los cristales de mi voz quemaron las horas, los versos fueron entonces pequeñas balas que al ser disparadas se convertían en balsas a la deriva en un mar tan azul como el cielo al amanecer de todos los días en que estamos juntos y hacemos el amor con ritmo vertiginoso.

A  los escritores les pareció más fácil sentarse a llorar en ese mar de neblina que era el desánimo, les pareció más fácil intentar describir con tres o cinco tal vez diez  palabras lo triste que era la noche cuando estaba  acompañada por una lluvia sin sonido y un violín sin cuerdas que intentaba tener melodías, pero a cambio solo obtenía mutismo y gangrena en ese tórrido cuerpo, en ese cuerpo lleno de soledades alienadas de mujer.